Estaba ocupado, cansado, y algunas veces se sintió triste. Caminó muchos kilómetros mientras predicaba y sanaba a muchos. Lidiaba con preguntas incómodas de sus amigos con personalidades interesantes. No siempre estaba en el mejor ánimo para jugar.
Pero ninguna de estas razones le impidieron dejarlos venir a Él.
Jesús dejó que los niños y niñas vinieran a Él, aprendieran de Él y jugaran con Él.
Imagino a Jesús así... jugando con los niños y niñas, enseñándoles, sanándolos, defendiéndolos... Imagino a Jesús sonriendo con sus preguntas, compartiendo con ellos un rico pan, escuchando sus historias divertidas.
Imagino a Jesús atendiendo su llanto, consolando su dolor y aconsejando con amor.
Imagino a Jesús contándoles historias, incluso secretos escondidos y revelados a ellos.
Imagino a Jesús diciéndoles: “Los espero en mi reino”.
Imagino a Jesús lleno de amor por aquellos pequeños que corrían sin parar, por aquellas pequeñas que brincaban sin cesar.
Imagino a Jesús diciendo: “Déjenlos que vengan y no lo impidan más. Yo los quiero, yo los amo y cerca de ellos quiero estar”. Llevemos a los niños y niñas a los pies de Jesús. Sólo El puede cuidarlos, amarlos y enseñarles la verdad.
¡Que gran ejemplo para nosotros!
“Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.” Mateo 19:14
Si Jesús nos mostró cuán importante son los niños, aún con una agenda tan ocupada; debemos seguir su ejemplo y enseñarles Su Palabra con amor, gozo y paciencia.
Guiar a los más pequeños en el camino de Dios es crucial para que no se alejen de Él cuando sean adultos.
Instruir a nuestros niños y niñas en su caminar con Dios es una gran responsabilidad, pero también un gran privilegio que debemos valorar.
Instruye al niño en su camino,
Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22:6
Dejemos a nuestros pequeños venir a los pies de su Salvador.
Sólo Él puede cuidarlos, amarlos y enseñarles la verdad.
¡Solo déjalos venir a Él!
-Karen Reséndiz
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